veinticinco
Las cosas insignificantes cambian y hacemos como que no nos damos cuenta.
Es un disfraz de los crueles trastornos interiores que fingimos desconocer.
Aunque anotamos cada cambio en el libro subcutáneo, no lo recordamos. La costumbre de mirar hacia lo más inocente, lo menos doloroso.
Me ha vuelto a visitar esta tarde
un poco fatigado quizás por la inutilidad de sus esfuerzos.
Me dice que mi vida es un error.
Como un gato lo miro con aceptación,
le despido con un gesto de no tardes en volver
(lo nuestro es una amistad necesaria).
Y despierto.
Modestamente confuso salgo a pasear.
Los jóvenes siguen siendo hermosos y tontos,
pero el error de los viejos tiene la única luz que me pertenece.
Cuando percibo que no me muevo,
que son las calles las que pasan bajo mis pies,
vuelvo a casa, me acuesto y miro el techo.
Como me iba diciendo, lo insignificante cambia tanto que la alteración del mundo se hace visible cuando ya no puedes hacer nada.
Así es, desatenta a un sueño, una vida como todas.
9 comentarios:
Feliz (muy) de colaborar contigo. Ese vaso donde entra la mano está como sacado de un sueño.
Me gustan versos e ilustración.
Salud-os!!
Precioso y tan poético!!!
Enhorabuena a los dos.
Abrazos
¡Bravos!
Me he recorrido ¡¡los 25!! así, leyendo al bies de arriba a bajo y.. Mmm qué ratito tan delicioso, textos e ilustraciones ¡fantásticos ! Mi ¡enhorabuena! y un abrazo graande para ambos los dos;)
PD
NáN disculpa la idiotez de comentario que te escribí en tu anterior entrada, tomé el nombre de tu blog como texto de la entrada.. ( te leí en le blogoroll ;) la próxima vez que te comente voy con la cabeza metida en una bolsa de cartón d la vergüenza, no te asustes :)
Si.
Poesía callejera.
Tal vez escrita en un bareto, un domingo crepuscular, a la hora de los asesinatos, donde una simple cuartilla en blanco te puede salvar la vida.
...
Si.
Ilustración rotunda. Veo una docena de curvas, sensiblemente paralelas, marcando la traza de una mano puntiaguda.
Siempre se agradecen los gestos rotundos.
Te recuerdan la inexistencia del miedo en el acto creativo.
¡Enhorabuena!
Calladito en el rincón de un rincón, me bebo lo vuestro. Me sienta tan bien que por un momento olvido donde metí la desesperanza, en que cajón guardé, hace un rato, el no tenemos remedio y que más da.
Abrazo de abrazos para los dos.
Muchas gracias a todos por estos preciosos comentarios.
Y seguimos con la serie en breve!
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