27 de diciembre de 2011

L100e: Veinte


Veinte

Ya estoy como muerto

solo leo y escribo.

Si me veis garabateando en los bares de perdedores

o discutiendo en librerías,

son anécdotas no significativas.

Converso con autores que murieron

o están tan lejos de mí como un aire glacial,

aunque mantengo la esperanza de que alguien, vivo,

me lea y me dé conversación,

use mis palabras como una pelota en un frontón

y yo sienta algo donde estoy, mientras estoy.

Me gusta sentarme frente a una maceta

ver cómo las hojas crecen, caen,

se descomponen,

sin turbarme

sin la menor sensación de confusión

de que la vida visible de la maceta es el mundo.

Leo, escribo y voy muriendo:

es una costumbre arraigada

que me une a las raíces de la maceta

(las palabras ocultas que busco)

(una posibilidad de ciclo)

o sea, al mundo.







10 comentarios:

NáN dijo...

Siempre parece que lo hayamos escrito e ilustrado sentados en la misma mesa. Pero esta vez, todavía más: esas manos que quedan, ofrecidas en un plato, me llegan fuerte y dentro.

¡Gracias Verónica!

roberto dijo...

Qué manos que tienes...

Guillem López dijo...

Artistas...

Isabel dijo...

Esa manos ofrecidas en el plato como el creador de palabras se abandona a lo inevitable.
Felicidades a los dos y abrazos.

Genín dijo...

Aunque estén en un plato no me dan ganas de comerlas, pero si de acariciarlas...
Duran mas...
Salud

Freia dijo...

Emoción. Es la sensación (y el sentimiento) que me ha venido al ánimo al leer y ver.
Hermosa, hermosísima sinestesia.

Un abrazo a los dos.

Gemma dijo...

"Leo, escribo y voy muriendo:
es una costumbre arraigada"
que nos permite verte renacer con cada verso. Y qué belleza el cuadro de Veronica...
Besos a ambos

Lara dijo...

Deliciosa e impactante cena de fin de año.

J.E. Alamo dijo...

Hermoso.

Jessica Piqueras dijo...

Como distruto de mis paseo por aquí. Gracias a ambos